Había en el Templo dos hombres, el Fariseo hablaba en voz alta a Dios y le decía, te doy gracias Señor porque no soy como los demás hombres, pago mis impuestos, doy el diezmo, ayuno dos veces por día y seguía diciendo alabanzas de sí mismo. Al fondo estaba el Publicano que lo único que decía en voz baja era "Señor ten piedad de mí que soy un pecador" y éste fue agradable a Dios y el otro no. Porque el que se ensalza será humillado y el que se humilla sera ensalzado.
Hermosas Palabras de Jesús, porqué entonces no tratamos de ser humildes cada día un poco más.
Adrián Prunotto
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