Jerusalén, Jerusalén, que matas a los Profetas y apedreas a los que te son enviados, cuantas veces quize reunirlos como la gallina hace con sus pollitos, pero de ti no quedará piedra sobre piedra y Jesús lloraba.
Era la Ciudad de Dios por excelencia, por eso le dá tanta tristeza a nuestro Señor. Lo mismo pasa ahora con el mundo en que vivimos "cuando vuelva encontraré fe sobre la tierra", gran pregunta de Nuestro Jesús.
Adrián Prunotto
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