Cuando Juan puso su cabeza en el Corazón de Jesús, no sólo fue un gesto de amor, fue un gesto de entrega absoluta y total del hombre a Dios, fue con una confianza infinita, a la vez fue un gesto también de apoyo y consuelo al sufrimiento de Cristo en la Última Cena, donde Él sabía que se iba a quedar solo y que iba a sufrir su Pasión y Muerte. Fue un gesto fundacional de la Iglesia que luego se iba a construir con la Resurrección del Señor y la Venida del Espíritu Santo, porque significaba, la cabeza apoyada en su Corazón, el hombre que se apoya en Dios y recibe Consuelo de Él para enfrentar este Valle de Lágrimas.
Adrián Prunotto
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